domingo, 28 de diciembre de 2008

¿Hay grupos políticos, narcotráfico o potencias extranjeras detrás del EZLN?


- No. El EZLN es una organización completamente mexicana. No tuvo ningún financiamiento extranjero, y sus decisiones y acciones responden al mando de las comunidades indígenas zapatistas. Somos independientes de todas las organizaciones políticas nacionales e internacionales. Del narcotráfico no sólo no dependemos, sino que se le ha combatido desde nuestro nacimiento. En las comunidades indígenas zapatistas está prohibido el consumo, siembra y tráfico de enervantes. Ningún país ni ninguna organización mantiene económicamente al EZLN. El EZLN se mantiene con sus propios recursos, es decir, con el apoyo de las comunidades. Por eso somos un ejército pobre.

¿Quién hizo la "Ley Cocopa" y qué dice esta ley?

La llamada "Ley Cocopa" fue elaborada en diciembre de 1996 por los legisladores de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa). Los legisladores pertenecieron a los 4 partidos políticos más importantes: el PRI, el PAN, el PRD y el PT. Esta iniciativa de ley no la hicieron los zapatistas, sino los legisladores, es decir, los que hacen leyes en México. La llamada "Ley Cocopa" retoma lo más importante de los primeros Acuerdos de San Andrés, firmados por el gobierno y el EZLN en febrero de 1996: reconoce el derecho a la autonomía incluyente de los pueblos indígenas (es decir, que se reconoce su diferencia pero siguen siendo mexicanos) sin romper la unidad nacional, respetando los derechos humanos, especialmente de la mujer indígena. También señala que los pueblos indígenas deben ser tomados en cuenta en al toma de decisiones que los afecten. Que se debe respetar y promover su cultura. Y que se debe garantizar que su voz sea escuchada y atendida, y que tienen derecho a tener representaciones en el Congreso de la Unión y en los Congreso de los estados. En lo fundamental, la "ley cocopa" reconoce constitucionalmente una realidad: los pueblos indios son parte de México y tienen sus propias formas de organización social y política, es decir, tienen el derecho a ser indígenas y a ser mexicanos.



Fuente:http://www.ezlnaldf.org/comunica/responde

¿Por qué el EZLN dice que no lucha por el Poder?

- Porque desde nuestra aparición pública no hemos planteado la toma del Poder. No nos interesa tener cargos en el gobierno, sino que la gente participe y su voz sea escuchada y atendida. Nosotros pensamos que no importa quién está en el gobierno, que lo que importa es que "mande obedeciendo", o sea que la gente obligue al gobernante a realizar su labor de acuerdo al interés de la gente, y no de acuerdo al interés de un partido o de un grupo económico o religioso.

Fuente: http://www.ezlnaldf.org/comunica/responde

La lucha por la humanidad y contra el neoliberalismo, hoy


por Jérôme Baschet
(20 de noviembre de 2008)
A 25 años de haberse sembrado el EZLN, 15 de vibrar el ¡Ya basta!, 5 de crecer las Juntas de Buen Gobierno, 3 de caminar la Otra Campaña y la Zezta internacional. Muchos cumpleaños en uno, por celebrarse en el Festival de la Digna Rabia. Es que el movimiento zapatista no tiene una identidad sino varias, que se modifican entre sí. Levantamiento indígena en busca de dignidad y autonomía, lucha de liberación nacional, rebelión por la humanidad y contra el neoliberalismo: el zapatismo transforma cada elemento que articula, entrelazando escalas múltiples, nacionales e intranacionales.
En este entretejido de horizontes y temporalidades, el llamado a luchar “por la humanidad y contra el neoliberalismo” tiene una extraordinaria pertinencia histórica. Si bien el EZLN tuvo la elegancia de minimizarlo, el Encuentro Intercontinental de 1996 despertó el espíritu internacionalista después de décadas de apatía y ocupa un lugar en la memoria de la resistencia globalizada, como antecedente del movimiento altermundialista que arrancó en Seattle, en 1999.
Resultó determinante el nudo entre ambos elementos de la convocatoria: por la humanidad y contra el neoliberalismo. Reivindicar lo humano sólo tiene sentido si identificamos el adversario que obstaculiza su realización; cualquier proclama humanista separada de una crítica radical del presente no pasa de ser una mistificación que acomoda los horrores de la cuarta guerra mundial con la ética light del humanitarismo. Es igualmente indispensable aclarar los valores en nombre de los cuales rechazamos la globalización neoliberal, pues el mundo está lleno de fundamentalismos religiosos o ultranacionalistas que también se oponen a ella. Además, la lucha por la humanidad y contra el neoliberalismo se aleja del universalismo abstracto que no es sino la universalización de valores especificas (occidentales). Contempla una humanidad que construye su unidad a partir de particularidades concretas, reconociéndose como mosaico de historias en búsqueda de diálogos entre iguales, de cooperación entre diferentes: un pluniversalismo (lo uno y lo plural), un mundo en donde quepan muchos mundos.
Hoy, la acumulación del capital provoca una acumulación de catástrofes que amenazan la existencia de la humanidad. Por primera vez, el instinto de conservación de los humanos en peligro de desaparecer podría convertirse en el mejor aliado de la rebeldía antisistémica. ¿Puede entonces la destrucción del mundo de la destrucción concebirse como obra de una sola clase, o de la no-clase de los excluidos? Si bien la lucha parte de los actuales antagonismos sociales y se identifica con los de abajo, tendría que asumir en su proceso mismo el punto de vista de la humanidad toda, buscando salvarse y realizarse como humanidad digna.
¿Qué pasa ahora en el contexto de una crisis de proporciones desconocidas desde 1929? Si bien no significa el derrumbe del sistema, parece abrir paso a una nueva metamorfosis del capitalismo, después del ciclo neoliberal y la hegemonía absoluta de Estados Unidos (cuya imposible restauración sellaron el fracaso en Irak y el desastre en Wall Street). Que los reacomodos sistémicos hayan empezado cuando apenas asistimos a las primeras escenas en el circo de los altibajos bursátiles, y faltan aún los efectos devastadores de la recesión, sugiere que la crisis sólo acelera procesos iniciados tiempo atrás. Si las potencias se preparan para integrar a los países emergentes a la (in)gobernabilidad económica mundial no es por altruismo, sino porque los necesitan; si los fanáticos del libre mercado ya tuvieron que pedir socorro al Estado, no es por una súbita convicción socialista, sino porque saben que, como en 1929, sólo el Estado puede salvar al capitalismo.
Si el mismo sistema realiza parte del programa anti-neoliberal (papel rector del Estado, aumento del gasto público, control de los flujos de capital, regulación financiera, giro proteccionista), no podremos seguir luchando “por la humanidad y contra el neoliberalismo”. Cuidemos que el nuevo protagonismo de algunas potencias del sur no desarme una crítica decolonial, acostumbrada a denunciar la dominación del norte, o que una parcial relegitimación de los Estados no divida las convergencias transnacionales de los de abajo. Por estas razones, el contexto abierto por la crisis hace más necesaria una postura claramente anticapitalista, como la que adelantó la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
A partir de 2001, el Foro Social Mundial llevó a una escala más amplia el proceso que el Encuentro Intergaláctico de 1996 había iniciado. Supo generalizar la convicción de que “otro mundo es posible”. Sin embargo, en su afán de diversidad, no aclaró si promovía alternativas al capitalismo o alternativas dentro del capitalismo. La ambigüedad de la postura antineoliberal permitió agrupar a quienes luchan contra el capitalismo y los que buscan eliminar los efectos más salvajes de la economía mercantil, mediante la regulación del Estado y las instancias internacionales. Muy probablemente, esta ambigüedad quedará rebasada en la fase abierta por la crisis, con lo cual cobraría mayor necesidad el nuevo Intergaláctico, esbozado por la Sexta. Tendría sus características propias: una perspectiva inequívocamente anticapitalista; un camino no-estatal buscando construir desde abajo formas de autogobierno (siendo las Juntas de Buen Gobierno y el fortalecimiento de la autonomía la contribución práctica de los pueblos zapatistas al debate); la intuición de que ya no se trata sólo de resistir sino de proponer y construir colectivamente. “Otro mundo, otro camino”, plantea el Festival de la Digna Rabia. Este camino no lo ilumina ninguna vanguardia, ni lo aplanan las maquinarias del Estado. Del modo en que caminemos abajo a la izquierda depende el mundo que crearemos. El otro camino ya es parte del otro mundo que soñamos. Un camino en donde quepan muchos caminos.
¿Qué significa “anticapitalismo”? Que las dignidades que somos empecemos a sacudir la humillación y desposesión que la sociedad de la mercancía instila en nuestras formas de ser: egos desmedidos, miedo y negación de los otros en aras de la competencia, sumisión de nuestros actos a criterios cuantitativos, obsesión por el éxito y la eficiencia, culto a la velocidad y los tiempos cortos. Que es hora de despertar nuestro sentido del futuro. De realizar que es posible una organización política basada en autonomías locales coordinándose a nivel regional, nacional y mundial. Un sociedad que libere el tiempo, respetuosa de la naturaleza, produciendo sin dinero lo suficiente para que todos los humanos puedan vivir bien. Si no empezamos a asumir que es posible ese otro mundo liberado de la tiranía de la mercancía y el Estado, el dinero y el trabajo especializado, no tiene sentido una postura anticapitalista. La alternativa es: barbarie capitalista o humanidad digna.

domingo, 14 de septiembre de 2008

EZLN: 24 años después

La Jornada
Usted está aquí: viernes 12 de septiembre de 2008Opinión → EZLN: 24 años después
Jaime Martínez Veloz/ III
EZLN: 24 años después
Después de cinco años de trabajo, mediante un nuevo esquema de relación intercomunitaria, los zapatistas han consolidado un sistema organizacional que ha favorecido la estabilidad interna que, a su vez, ha posibilitado procesar sus diferencias y fijar los lugares de encuentro para el desarrollo de sus comunidades.
Se dice fácil, pero ello ha requerido poner en práctica las experiencias acumuladas durante años por las comunidades y pueblos zapatistas. Ha sido aleccionador ver cómo se pueden concebir nuevas formas de interrelación comunitaria y entender lo que significa tener una responsabilidad a partir del mandato popular.
Sin aspavientos y alejados de los enfadosos e insustanciales postulados teorizantes, manejados entre críticos e intelectuales que se precian de interpretar el indigenismo, muchos asimilados al Estado y con responsabilidades públicas, los zapatistas se han dedicado a fortalecer su estructura de trabajo, consolidar sus fuerzas y redefinir esquemas tácticos propios de toda organización política y social. En muchos lados del país se preguntan: ¿qué hacen ahora los zapatistas? ¿Ya desaparecieron? No, los zapatistas se preparan para el futuro. Sus demandas siguen vigentes y la realidad cada día les da más razones a su causa.
No deseo descalificar esfuerzos sinceros que se han producido en estos ámbitos, pero desgraciadamente las definiciones en esta materia son impuestas con criterios cortoplacistas, ajenos a la complejidad de los pueblos y comunidades indígenas de México. Asimismo, es paradójico que aquellos que acusaban a los zapatistas de querer balcanizar al país o de frenar al Estado mexicano para ejercer pleno dominio sobre el territorio, sean los mismos que permitieron o se confabularon para ceder espacios territoriales al crimen organizado, cuya fuerza y capacidad de penetración y complicidad con los aparatos públicos es un hecho.
Ningún orden de gobierno, corporación policiaca, fuerzas armadas o entidad política ha estado exenta de ser penetrada o cooptada por el crimen organizado en México. La excepción de este fenómeno de descomposición ha sido el territorio y las fuerzas zapatistas que, desde un principio y con firme convicción y determinación interna, rechazaron tajantemente cualquier relación directa o indirecta con este cáncer que lastima y lacera la seguridad nacional.
Quienes esgrimían escandalosos argumentos de la irrenunciable potestad del Estado mexicano sobre todas y cada una de las partes del territorio mexicano y se escandalizaban por la presencia de una fuerza armada zapatista en una región mexicana, son los mismos que permitieron y se confabularon para que el crimen organizado se apropiara de regiones, corporaciones y penetrara hasta la médula del Estado mismo. Sería conveniente que Ernesto Zedillo, así como la miope fauna que lo acompañó en esa aventura desquiciante, explicaran el porqué de su espanto ante las justas demandas zapatistas y su laxitud ante las condiciones que ya se venían haciendo presentes en una cada vez más abierta estrategia del apoderamiento de las riquezas naturales del país en una relacion de convivencia y complicidad con el crimen organizado, donde ninguna institución mexicana, política, empresarial, policiaca, era ajena a este fenómeno, incluyendo al Ejército Mexicano, que, sin menospreciar sus aportaciones en el combate al narcotráfico y a la población civil en los casos de desastres naturales, ha sufrido el desgajamiento de importantes sectores de esa institución que se han incorporado como sicarios en algunas de los cárteles criminales que azotan al país.
Las bandas criminales saben que el único lugar del territorio mexicano donde no pueden negociar o imponer condiciones es en las regiones zapatistas, y quienes lo han intentado han tenido que sufrir las consecuencias de una acción de esta naturaleza.
La mínima acción que esté vinculada con algún hecho de esta naturaleza ha sido rechazada y castigada con todo el rigor. El EZLN ha demostrado desde su nacimiento una actitud firme y decidida en contra de cualquier hecho que lo vincule con hechos de terrorismo, de narcotráfico, secuestro o cualquier acción de carácter delictivo. Eso explica el apoyo nacional e internacional que ha obtenido la causa zapatista.
Más bien creo que en los postulados zapatistas están las coordenadas para confrontar con mayor eficacia al crimen organizado, que tiene sus principales soportes en la impunidad, ilegalidad y confabulación de intereses.
Reconocer a las comunidades indígenas como entidades de derecho público, implicaría que las comunidades urbanas y rurales tendrían las mismas condiciones y esto permitiría que cada comunidad tuviera conocimiento y dominio de lo que pasa en su territorio, así como de las actividades a las que se dedica cada uno de sus habitantes. Éstos, a su vez, tendrían mayor control sobre lo que acontece en sus comunidades y de esta manera se impondrían los correctivos necesarios ante cualquier hecho de carácter delictivo o de cualquier otro tipo.
Pretender combatir al crimen organizado con las mismas medidas de siempre es una estrategia destinada a un nuevo fracaso. La correlación de fuerzas le es desfavorable al gobierno. La única forma de combate exitoso es con un Estado organizado, respaldado por un pueblo organizado. Ésta es una aportación zapatista que subyace en las formulaciones del EZLN y que ha sido despreciada por los grupos que dominan a un Estado que fue complaciente o cómplice en la creación de una estructura política, social, económica y financiera, que permitió la creación del fenómeno de descomposición criminal que sufre el pueblo mexicano.
La única posibilidad de combatir con éxito la criminalidad que azota al país tiene que pasar por la construcción de un nuevo pacto social y un nuevo modelo de nación, donde deberán estar presentes los postulados zapatistas. Lo demás es y será bisutería.

domingo, 27 de julio de 2008

Bases del EZLN en Huitepec, listas para resistir desalojo.

Bases del EZLN en Huitepec, listas para resistir desalojo
Hermann Bellinghausen (Enviado) La Jornada

Zapatistas montaron guardias en la reserva ecológica

Huitepec, Chis. 12 de julio. “Vamos a resistir cualquier intento de desalojo. Estamos dispuestos a defendernos, porque es tierra de nuestros pueblos”, declara el campesino, quien habla rodeado por unos 25 indígenas con pasamontañas que asienten.
En cualquier momento, advierte, “la guardia se puede aumentar a 100 o las personas que hagan falta”. Lo ha hecho ante hostigamientos graves, como los sufridos en semanas recientes por órdenes del presidente municipal de San Cristóbal de las Casas, Mariano Díaz Ochoa.
A un año y cuatro meses de establecida la reserva ecológica zapatista en la parte alta del cerro Huitepec, ¿cuáles han sido los resultados? ¿Los hay? El representante de las bases de apoyo del EZLN en la comunidad Huitepec Ocotal Segunda Sección ilumina sus ojos (es de suponer que todo el rostro debajo del pasamontañas) y señalando a los árboles de arriba responde:
–Claro. Los animalitos ya no se espantan. Se asoman las ardillas, los armadillos. Están regresando porque nadie los molesta. Hasta un tigrillo volvimos a ver hace poco. Y los árboles se tupieron. Antes, del robledal la gente sacaba leña, pero ya no. Hemos quitado los basureros que dejaban los vecinos de las residencias privadas.
La guardia zapatista “diario camina” alrededor de la reserva de 102 hectáreas, y ha logrado impedir el saqueo de madera y agua, así como cualquier clase de cultivo. Eso sí, a mediados de junio los zapatistas plantaron unos 2 mil pinoabetos y cipreses en espacios que habían sido talados antes de que, en marzo de 2007, la junta de buen gobierno (JBG) de Oventic estableciera aquí la Reserva Ecológica Comunitaria Zapatista.
Díaz Ochoa acudió la última semana de junio a Huitepec Ocotal Segunda Sección. Se reunió con los priístas en la escuela, y les ofreció pavimentar el camino “a cambio de que firmaran el acta del desalojo, y si no lo hacían no les daba la obra”, dice el zapatista en uso de la palabra.
–Aceptaron. Ellos mismos, hace cuatro o cinco años, le ‘regalaron’ las tierras al gobierno del (entonces) presidente municipal Enoc Hernández. Firmaron un acta. Ahora que los provoca el gobierno, dicen que les interesan estas tierras. No es verdad. Es por buscar conveniencia.
De las comunidades sancristobalenses que habitan el peculiar sistema orográfico del Huitepec, sobre todo tres confrontan a los zapatistas: la parte priísta de Huitepec Ocotal Segunda Sección, la Primera Sección y Los Alcanfores, donde algunas personas “compran barato a los campesinos y luego venden en lotes con suministro de agua”.
Sólo que el agua ofertada a los compradores (de la ciudad o extranjeros) por el fraccionador Alejandro Cabrera proviene del manantial de la reserva zapatista, y al estar protegido ha dejado de ser accesible para sus negocios.
Las otras comunidades sancristobalenses del Huitepec son San Felipe Ecatepec, Las Palmas y su Tercera Sección, Vistahermosa Huitepec y Huitepec Santa Anita. Sólo la primera es ejido; en las demás la propiedad es comunal. Sobre todas ejerce presión el gobierno municipal.
–Estas tierras no son de nadie. Por eso les pertenecen a todos y tenemos que protegerlas y defenderlas, para que no las acaben.
El vocero de los rebeldes fundamenta la existencia de la reserva: “La JBG de los Altos estuvo de acuerdo que entre todos íbamos a proteger este bosque”. Apunta que con las comunidades de Zinacantán que también viven en el Huitepec (el cerro alcanza tres municipios) la relación es cordial.
Si bien la semana que concluye la situación “por tierra” fue un poco más tranquila, “por aire” estuvo tupida: sobrevuelos diarios de avionetas, rasantes si el clima lo permitía, sobre la reserva zapatista. Y helicópteros en los alrededores, sin pasar encima.